viernes, 3 de julio de 2009

Descubrimiento de las siete ciudades, por el padre fray Marcos de Niza ¨PARTE V¨.






Fray Marcos de Niza nos relata con lujo de detalle lo que a él le hicieron saber los naturales del lugar de uno de los poblados antes de acercarse a Cíbola.


Otro día entré en el despoblado, y donde había de ir a comer, hallé ranchos y comida bastante, junto a un arroyo, y a la noche hallé casas y así mismo comida, y así lo tuve cuatro días que me duró el despoblado. Al cabo dellos, entré en un valle muy bien poblado de gente, donde en el primer pueblo salieron a mí muchos hombres y mujeres con comida; y todos traían muchas turquesas que les colgaban de las narices y de las orejas; y algunos traían collares de turquesas, de las que digo que traían el Señor y sus hermanos, del pueblo antes del despoblado, eceto que aquellos traían sola una vuelta, y estos traían tres y cuatro, y muy buenas mantas y cueros de vaca; y las mujeres las mismas turquesas en las narices y orejas; y muy buenas naguas y camisas. Aquí había tanta noticia de Cíbola, como en la Nueva España, de México y en el Perú, del Cuzco; y tan particularmente contaban la manera de las casas y de la población y calles y plazas della, como personas que habían estado en ella muchas veces, y que traían de allá las cosas de pulicía; que tenían habidas por su servicio, como los de atrás. Yo les decía que no era posible que las casas fuesen de la manera que me decían, y para dármelo a entender; tomaban tierra y ceniza, y echábanle agua; y señálabanme cómo ponían la piedra y cómo subían el edificio arriba, poniendo aquello y piedra hasta ponello en lo alto; preguntábales a los hombres de aquella tierra si tenían alas para subir aquellos sobrados; reíanse y señalábanme el escalera, también como la podría yo señalar, y tomaban un palo y poníanlo sobre la cabeza y decían que aquel altura hay de sobrado a sobrado. También tuve aquí relación del paño de lana de Totonteac, donde dicen que las casas son como las de Cíbola y mejores y muchas más, y que es cosa muy grande y que no tiene cabo. Aquí supe que la casta se vuelve al Poniente; muy de recio, porque hasta la entrada deste primer despoblado que pasé, siempre la costa se venía metiendo al Norte; y como cosa que importa mucho volver la costa, quíselo saber, y así fui en demanda della y vi claramente que en los treinta y cinco grados, vuelve al Oeste, de que no menos alegría tuve; que de la buena nueva de la tierra. Y así me volví a proseguir mi camino, y fui por aquel valle cinco días, el cual es tan poblado de gente lucida, y tan abastado de comida, que basta para dar de comer en él a más de trescientos de caballo; riégase todo y es como un vergel, están los barrios, a media legua y a cada cuarto de legua, y en cada pueblo destos hallaba muy larga relación de Cíbola, y tan particularmente me contaban della, como gente que cada año van allí a ganar su vida.

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