domingo, 12 de julio de 2009

Descubrimiento de las siete ciudades, por el padre fray Marcos de Niza (PARTE VI)

Ahora Fray Marcos de Niza conoce a un residente de Cíbola, le confirma todos los relatos que a su paso los naturales encontrados le habían platicado sobre las maravillosas riquezas y arquitectura de este lugar.

También nos describe el encuentro con cuero de un animal casi mitológico, algo muy parecido a un rinoceronte de nuestros tiempos.





Aquí hallé un hombre, natural de Cíbola, el cual dijo haberse venido de la persona que el Señor tiene allí en Cíbola puesta, porque el Señor destas siete ciudades vive y tiene su asiento en la una dellas, que se llama Ahacus, y en las otras tiene puestas personas que mandan por él. Este vecino de Cíbola es hombre de buena dispusición, algo viejo y de mucha más razón que los naturales deste valle y que los de atrás; díjome que se quería ir comigo para que yo le alcanzase perdón. Informeme particularmente dél, y díjome que Cíbola es una gran ciudad, en que hay mucha gente y calles y plazas, y que en algunas partes de la cibdad hay unas casas muy grandes, que tienen a diez sobrados, y que en estas se juntan los principales, ciertos días del año; dicen que las casas son de piedra y de cal, por la manera que lo dijeron los de atrás, y que las portadas y delanteras de las casas principales son de turquesas; díjome que de la manera desta ciudad, son las otras siete, y algunas mayores, y que la más principal dellas es Ahacus; dice que a la parte del Sueste, hay un reino, que se llama Marata, en que solía haber muchas y muy grandes poblaciones, y que todas tienen estas casas de piedra y sobrados, y que estos han tenido y tienen guerra con el Señor destas siete ciudades, por la cual guerra se ha disminuido en gran cantidad este reino de Marata, aunque todavía está sobre sí y tiene guerra con estotros. Y así mismo dijo que, a la parte de Sueste, está el reino que llaman de Totonteac; dice que es una cosa, la mayor del mundo y de más gente y riquezas; y que aquí visten paños de lo que es hecho esto que yo traigo, y otros más delicados y que se sacan de los animales que atrás me señalaron, y que es gente de mucha pulicía, y diferente de la gente que yo he visto. También dijo que hay otra provincia y reino muy grande, que se dice Acus, porque hay Ahacus: y Abacus, con aspiración, es una de las siete cibdades, la más principal, y sin aspiración, Acus, es reino y provincia por sí; díjome que los vestidos que traen en Cíbola son de la manera que atrás me habían dicho; dice que todos los de aquella cibdad duermen en camas altas del suelo con ropas y toldos encima, que cubre las camas; díjome que iría conmigo hasta Cíbola y adellantro, si lo quisiere llevar. La misma relación me dieron en este pueblo otras muchas personas, aunque no tan particularmente. Por este valle caminé tres días, haciéndome los naturales todas las fiestas y regocijos que podían; aquí en este valle vi más de dos mil cueros de vacas, extremadamente bien adobados, vi mucha más cantidad de turquesas y collares dellas, en este valle, que en todo lo que había dejado atrás; y todo dicen que viene de la ciudad de Cíbola, de la cual tienen tanta noticia, como yo de lo que traigo entre las manos; y así mismo la tienen del reino de Marata, y de Acus y del de Totonteac. Aquí en este valle, me trujeron un cuero, tanto y medio mayor que de una gran vaca, y me dijeron que es de un animal, que tiene sólo un cuerno en la frente y que este cuerno es corvo hacia los pechos, y que de allí sale una punta derecha, en la cual dicen que tiene tanta fuerza, que ninguna cosa, por recia que sea, deja de romper, si topa con ella; y dicen que hay muchos animales destos en aquella tierra; la color del cuero es a manera de cabrón y el pelo tan largo como el dedo. Aquí tuve mensajeros de Esteban, los cuales de su parte me dijeron que iba ya en el postrer despoblado, y muy alegre, por ir más certificado de las grandezas de la tierra; y me envió a decir que, desde que se apartó de mí, nunca había tomado a los indios en ninguna mentira, y que hasta allí todo lo había hallado por la manera que le habían dicho y que ansí pensaba hallar lo demás. Y así lo tengo por cierto, porque es verdad que desde el primer día que yo tuve noticia de la ciudad de Cíbola, los indios me dijeron todo lo que hasta hoy he visto; diciéndome siempre los pueblos que había de hallar en el camino y los nombres dellos; y en las partes donde no había poblado, me señalaban dónde había de comer y dormir, sin haber errado en un punto, con haber andado desde la primera nueva que tuve de la tierra hasta hoy, ciento y doce leguas, que no paresce poco dina de escribir la mucha verdad desta gente

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