jueves, 18 de junio de 2009

Descubrimiento de las siete ciudades, por el padre fray Marcos de Niza (PARTE III)


En esta parte del relato, Fray Marcos de Niza, describe por primera vez las siete ciudades del reino de Cíbola y sus características, donde sobre salen sus costrucciones ordenadas y decoradas con turquesas, según las noticias que recibe de la avanzada....




PARTE III
Hay, desta población a la mar, cuarenta leguas; y por hallarme tan apartado de la mar y por ser dos días antes de la Dominica de Pasión, determiné de me estar allí hasta la Pascua, por certificarme de las islas que arriba digo que tuve noticia. Y así envié mensajeros indios a la mar, por tres vías, a los cuales encargué que me trujesen gente de la costa y de algunas de aquellas islas, para informarme dellos; y por otra parte envié a Esteban de Dorantes, negro, al cual dije que fuese por la derrota del Norte, cincuenta o sesenta leguas, para ver si por aquella vía se podría tener razón
3 de alguna cosa grande de las que buscábamos; y concerté con él que si tuviese alguna noticia de tierra poblada y rica que fuese cosa grande, que no pasase adelante, sino que volviese en persona o me enviase indios con esta señal que concertamos: que si la cosa fuese razonable, me enviase una cruz blanca de un palmo; y si fuese cosa grande, la enviase de dos palmos; y si fuese cosa mayor y mejor que la Nueva España, me enviase una gran cruz. Y así se partió el dicho Esteban, negro, de mí, Dominica de Pasión después de comer, quedando yo en esta población, que digo que se dice Vacapa. Y de ahí a cuatro días, vinieron sus mensajeros de Esteban con una cruz muy grande, de estatura de un hombre; y me dijeron, de parte de Esteban, que a la hora me partiese en su seguimiento, porque había topado gente que le daba razón de la mayor cosa del mundo; y que tenía indios que habían estado en ella, de los cuales me envió uno. Y este me dijo tantas grandezas de la tierra, que dejé de creellas para después de habellas visto o de tener más certificación de la cosa; y me dijo que había treinta jornadas, desde donde quedaba Esteban, hasta la primera ciudad de la tierra, que se dice Cíbola. Y porque me pareció digno de poner en este papel lo que este indio, que Esteban me envió, dice la tierra, lo quiero hacer, el cual afirma y dice: que en esta primer provincia hay siete ciudades muy grandes; todas debajo de un señor, y de casas de piedra y de cal, grandes; las más pequeñas de un sobrado y una azutea encima, y otras de dos y de tres sobrados, y la del señor de cuatro, juntas todas por su orden; y en las portadas de las casas principales muchas labores de piedras turquesas, de las cuales, dijo, que hay en gran abundancia. Y que las gentes destas ciudades anda muy bien vestida. Y otras muchas particularidades me dijo, así destas siete cibdades como de otras provincias más adelante, cada una de las cuales dice ser mucho más cosa questas siete ciudades; y para saber dél como lo sabía; tuvimos muchas demandas y respuestas; y hallele de muy buena razón. Di gracias a Nuestro Señor, diferí mi partida en seguimiento de Esteban de Dorantes, creyendo que me aguardaría, como concerté con él, y también porque prometí a los mensajeros que envié a la mar que los aguardaría; porque siempre propuse de tratar, con la gente que tratase, mucha vedad. Los mensajeros vinieron día de Pascua Florida, y con ellos gente de la costa y de dos islas, de los cuales supe ser las islas, que arriba digo, pobres de comida, como lo había sabido antes, y que son pobladas de gente; traían conchas en la frente y dicen que tienen perlas. Certificáronme de treinta y cuatro islas, cerca las unas de las otras, cuyos nombres pongo en otro papel, donde asiento el nombre de las islas y poblaciones. La gente de la costa dicen que tiene poca comida; así ellos como los de las islas, y que se contratan los unos con los otros por balsas; aquí la costa se va al Norte cuanto más puede. Estos indios de la costa me trujeron rodelas de cuero de vacas, muy bien labrados, grandes, que les cubren de pies a cabeza, con unos agujeros encima de la empuñadura para poder ver detrás dellas; son tan recias, que creo que no las pasara una ballesta. Este día me vinieran tres indios, de los que llaman pintados, labrados los rostros y, pechos y brazos; estos están en cerco a la parte del este y llegan a confinar gente dellos cerca de las siete ciudades. Los cuales dijeron: que me venían a ver, porque tuvieron noticia de mí, y entre otras cosas, me dieron mucha noticia de las siete ciudades y provincias que el indio de Esteban me dijo, casi por la misma manera que Esteban me le envió a decir; y así despedí la gente de la costa; y dos indios de las islas dijeron que se querían andar comigo siete o ocho días. Y con ellos y con los tres pintados que digo, me partí de Vacapa, segundo día de Pascua Florida, por el camino y derrota que llevaba Esteban, del cual había recibido otros mensajeros, con otra cruz del tamaño de la primera que envió, dándome priesa y afirmando ser la tierra, en cuya demanda iba, la mejor y mayor cosa que jamas se oyó. Los cuales mensajeros, particularmente, me dijeron sin faltar en cosa punto de lo que dijo el primero; antes dijeron mucho más y me dieron más clara razón. Y así caminé aquel día, segundo día de Pascua, y otros dos días por las mismas jornadas que llevó Esteban; al cabo de los cuales, topé con la gente que le dio la noticia de las siete ciudades y de la tierra de delantre. Los cuales me dijeron que, de allí, iban en treinta jornadas a la ciudad de Cíbola.

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